lunes, 30 de julio de 2012

Desde la posicion en la que me encuentro puedo contar a penas 11 estrellas, una de ellas parpadea por lo que no estoy segura de que sea una estrella en realidad. Podría fingir que es una señal que me anima a actuar o un deseo perdido que busca dueño. 
El cielo esta despejado y una nube tapa a penas la luna, creciente, en una semana se llenará. Eso me trae recuerdos, concretamente el tuyo y eso me entristece. Una noche más lejos de tu cuerpo. Una noche más sola en mi habitación. Debería estar acostumbrada o decidirme y superarlo pero no puedo o, mejor dicho, no quiero. 

Podría fingir que esa estrella que parpadea es un deseo que debo pedir. Podría fingir que se va a cumplir y desear tenerte de nuevo aquí. Y, entre mentira y mentira, podría dejar otra vez mi orgullo en la cama y salir a buscarte con el fin de hacer ese deseo realidad.

También podría aguantar y esperar a que mires al cielo y busques alguna señal que te muestre el camino ha seguir. Tu también puedes fingir y venir a buscarme. Trae tu orgullo, jugaremos a gastarlo pues en ocasiones destroza el mío sin piedad ni arrepentimiento.

Juguemos fingir que el dolor es evitable. Juguemos a contar estrellas y a imaginar deseos.
Juguemos a actuar.
Juguemos a recordar que los deseos no se cumplen solos. 
Juguemos al escondite y busquemos nuestra estrella, nuestro deseo.
Juguemos a perdonar, olvidar, mejorar y empezar. 

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