Una bolsa con ropa,
regalos, zapatos y una caja vacía llena de cosas que no puedo darte, que no
puedo devolverte. Una caja que vale más que todo lo tangible, llena de
recuerdos, canciones, sentimientos… lo siento, es algo que no te puedo
devolver, ahora me pertenece. Es una caja pequeña pero caben tantas cosas como
puedas imaginar. Todas las que me has dado, bueno, casi todas. Las cosas que no
me gustaban las metí en una bolsa y las tiré. Sé que a veces se te olvidaban
mis gustos. Olvidabas que con las promesas para decorar se acababa tropezando y
se acababan rompiendo, que las piedras no se coleccionaban, que las lágrimas no
se bebían y que el rencor, guardarlo, solo servía para causar dolor.
En esta caja guardo
las cosas buenas. Las reconciliaciones, los besos, los “te quiero”, los “te
amo”, los pelos de punta, los besos robados, las carcajadas, las cosquillas,
los moretones, las disculpas… ya sabes, eso tan nuestro.
Te la presto. Puedes
pedirmela cuando quieras, cuando te sientas solo. Ábrela cuando me eches de
menos y recuerda que en ese momento yo también te estaré echando de menos.
Siempre. Fuiste y eres la persona a la que más he amado. Y eso es una promesa
irrompible, de las mías, de las que me gustan. Ahí va otra, te amo.
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