domingo, 16 de septiembre de 2012

reflexión suicida.

En un mundo de pañales, lejos de la ropa interior de encajes y de los billetes intercambiables. 
Hacerse mayor tan solo conlleva preocupaciones, dolores de cabeza, ansiedad, conocimiento y, por lo tanto, infelicidad.
Solía vivir lejos de los extractos bancarios y las facturas de teléfono. No gastaba mas que en golosinas y la grasa de los alimentos no entraba en mi conocimiento. 
Jugaba a ser mayor sin saber sus consecuencias. 
Ahora sueño con ser niña y repetir esas vivencias.
Perdí la esperanza de comprender con cada paso de qué va la vida y ahora lo único que comprendo es que cada paso conlleva a una pregunta que, tal vez, contestarla desemboque en otras tantas.
Cada día me invita a sumirme en un problema, a ampliar mi conocimiento y a desarrollar el pánico al cielo. 
La felicidad la dejo atrás entretenida con las muñecas y juguetes de antaño ahora me entretiene la nostalgia y el miedo de saber que la vida esta llena de fosas y tumbas de mártires que trataron de sobrevivir al conocimiento eterno de mano de la inocencia y la felicidad. 
Bienvenido al mundo adulto. Bienvenido, simplemente, a la puta realidad.

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