domingo, 9 de diciembre de 2012

Un mensaje.

Puedes decir que fui mala. Puedes decir que te traicioné, que fui una cobarde, que hacía insensateces, que me comportaba como una niña, que fingía ser adulta. Que no supe actuar, que no aprecié lo que tuve, que jugué con fuego, que me quemé y luego te lloré para que me curaras. Que te alejé, que te ilusioné y luego te decepcioné, que no luché lo suficiente para mantenerte a mi lado, que te empujé al filo del barranco y te mareé hasta que te tambaleaste y caíste… puedes decir tanto de mí que no soy capaz de imaginar el final de tus palabras.

Cuelgo de ellas y volaré hasta los oídos de aquellos que quieran escucharlas. Me sentaré en la parte más ácida y amarga sus cerebros y seré otro prejuicio más entre los tantos que convivirán ahí dentro. Pero si te sirve de consuelo no serás tú ni tus palabras los peores de todos, sino aquellos que crean los rumores que desde tu punto de vista hayas decido difundir.
Puedes contar, hablar y decir todo lo que quieras pero jamás podrás decir que no te quise porque ahí estarás demostrando y destruyendo tus prejuiciadas palabras. Esas que tu cabeza ha decidido creerse. Esas que te tendrás que tragar cuando pase el tiempo y solo sea un recuerdo de aquellos momentos en los que no había nadie mejor que yo. ¿Recuerdas?

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