sábado, 10 de agosto de 2013
No tengo muy claro si lo que hacia lo hacia porque sabía o porque la música la usaba como a una marioneta pero sus movimientos eran melódicos, limpios, atrayente de miradas curiosas. Era una expresión corporal y emocional que producía adicción transformando a aquel que la hubiera visto en un yonkie de sus encantos.
Yo quería ser como ella, bueno, yo y todo el que la viera, pasaba de ser un simple cuerpo en movimiento a un sueño inalcanzable porque, quisiera quien quisiera y practicara tanto como quisiera nadie podría alcanzar esa fluidez y esa naturalidad a la hora de seducir con el cuerpo.
Rompía corazones mientras los zapatos se desgastaban y su aura permanecía intacta. Todo era una correlación de estados subconscientes que florecían en la consciencia de los visitantes que, perplejos, rendían culto a sus curvas y se perdían entre ondas corporales. Su cuerpo, eterno, entre la memoria y los recuerdos de los ojos que la vieron. Viva en esencia y dentro de alguien que aun permanece altiva y elegante tras tantas vueltas de vinilo y tantas trabas en el suelo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario