Cojo una calada de tu boca y saboreo lentamente el tiempo que me queda contigo, no concreto la duración pero tal vez sí un poco su sabor. No es dulce ni amargo y tampoco sabe mal, es una textura característica que yace en mi paladar. El tiempo chilla y desgasta mis oídos, dejo de oír todo lo que me rodea y me centro en tus latidos. Juegan arrítmicos mientras te acercas por detrás y dibujas con tu lengua entre lunar y lunar el boceto de una noche donde no hay un punto concreto al que llegar. La luz se divide entre dos puntos de vista que dependiendo de la perspectiva resultan tan dicotómicos como complementarios. Y así, entre sombras y luces dibujamos graffitis abstractos en paredes impregnadas de humo, saliva y ...
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