lunes, 27 de mayo de 2013

Trastornos bipolares

La noche se ha quedado muda. Tras horas desnuda entre cambios de temperatura, finalmente, ha dejado de hablar. No hay discrepancias entre respiraciones, la cama es pequeña pero aun así nos sobra espacio. Ha pasado el tiempo pero una parte de esto nuestro permaneció intacto y anclado en el pasado.

Las ganas de degustar la piel del otro que, tal vez, crecieron al igual que nosotros, ahora corren libres entre el abismo que nos separa a pesar de estar tan cerca el uno del otro. Tan juntos y tan distantes, asumiendo un destino que, al menos para mí, vuelve para romperme las ilusiones. Y aquí estamos, cargando cada uno con su historia, sus sueños, miedos y pensamientos, compartiendo tal vez una milésima parte de todo lo que podríamos llegar a compartir. Pero como se supone que así deben ser las cosas, así serán.


Me despido con un beso sabiendo que puede ser el último y rezándole a quien quiera que escuche que no sea así. Me despido y, aunque la esperanza de volver a verlo persisten incluso después de años, me doy cuenta de que quizás, al igual que fue perdiendo fuerza esa voz nocturna, pierde fuerza esta esperanza que deseaba brillar hasta fundirse entre el calor que aun permanecía entre las sábanas de anoche. 








No hay comentarios:

Publicar un comentario